¿Es necesario elegir?

por Natacha Bertin

Cada año, cuando se arrima julio (y, con él, el natalicio y el aniversario del fallecimiento del Dr. René Favaloro) surgen variadas propuestas de homenaje y, no es para menos dado que, nadie puede negarlo: Favaloro fue un grande. En cualquier punto del país al que vayamos, decir que uno es 'del pueblo de Favaloro', provoca una respuesta automática por parte de nuestros interlocutores: 'Ah, sí, Jacinto Arauz, cierto. Siempre lo nombraba'.

Favaloro habló de Jacinto Arauz en muchos lugares, incluso en el exterior del país. Eso es algo que a los vecinos de la localidad nos enorgullece, sin lugar a dudas, el doctor ha sido una personalidad intachable y merecedora de todos los homenajes que se le hacen año a año. Y, por supuesto, de los que se le han hecho. Como la calle central de nuestro pueblo o el Museo del Médico Rural que lleva su nombre.

Está fuera de esta discusión que el doctor merece los homenajes que se le han hecho y muchos más. El debate que se abre aquí es ¿es necesario olvidar la historia anterior a Favaloro para homenajearlo? No me parece que así sea.

No creo que cambiar el nombre de todo el pueblo, dejando de lado a Don Jacinto Arauz sea un homenaje válido. Nadie nunca dijo que para homenajear a dos personajes, que no son antagónicos en lo más mínimo, había que elegir. Considerando nuestra historia, sería una polarización más para sumar a los dos lados. No lo veo necesario. Es más: creo que no hace nada bien. Recordemos, si no, la polémica suscitada el año pasado en torno al proyecto de la calle Falciola.

En lo personal, estoy en contra de los cambios de nombres. La razón más superficial (pero, por engorrosa, no menos importante) es la burocrática. Más de 3.000 personas (sin contar los trámites comerciales: registros en diversos entes, costos de estampillas, etc.) deberán cambiar su documentación en breve de aprobarse un proyecto de estas características.

Sin embargo, las razones de peso son otras. Por respeto; no sólo a Jacinto Arauz, el hombre, sino también a los pioneros que el monolito de la calle San Martín recuerda. Esos primeros pobladores que eligieron ese nombre para dar a conocer al mundo su lugar de origen.

Esas razones que todo niño que haya pasado, en cualquier tiempo, por la Escuela 33 ha esgrimido: "el señor que donó las tierras donde está mi pueblo" son las que refleja -y con razón- Gadea en la correspondencia enviada a los entes gubernamentales correspondientes. Él, el la entrevista que le hice ayer por la tarde y en su grupo de Facebook, plantea que el modo en que don Arauz obtuvo sus tierras no fue legítimo como una de las razones principales para dar de baja el nombre actual de la localidad. Otra es que el benefactor en cuestión nunca vino a la localidad.

«Quiere hacer ver a Jacinto Arauz como un fascista» Con esa frase se refirió al proyecto de Gadea un estudiante araucense que residió acá hasta hace unos años y visita frecuentemente a su familia que aún vive aquí.

Cuando hablamos de cambios es inevitable que surjan nombres como Roca, Uriburu y otros personajes que, si bien pasaron por nuestra historia, no son dignos de homenaje. Pero, como dijo alguien de los muchos que me contactaron ayer para opinar: "no lleva el nombre de Galtieri o Videla el pueblo, Jacinto Arauz no mató a nadie". Manifestaba así que no hay necesidad de cambiar el nombre de la localidad, a la luz de lo que se perdería de hacerlo.

Más allá de que luego de donar las tierras no haya venido. Más allá de que no haya hecho ningún acto heróico para obtenerlas. Nuestros ancestros decidieron homenajearlo por alguna razón, pero mucho ha pasado desde entonces. Montones de generaciones llevan en el corazón el nombre de siempre, la mayoría sin saber a ciencia cierta por qué, pero se enorgullecen de decir que viven en Jacinto Arauz como sus padres, abuelos y «todo el árbol genealógico», como respondió a una propuesta otra araucense.

Es más: las razones que otrora nuestros ancestros tenían para ponerle el nombre están tan diluídas que pasan a 'reciclarse' en nuestra historia temporalmente cercana, en cosas que llevan el nombre Jacinto Arauz. Comercios y productos de la localidad. Incluso, si se trata de trascender nuestro tiempo y nuestras fronteras, no hace mucho vino a mi conocimiento otro ejemplo.

En Chile hay un grupo anarquista que se llama así por el pueblo, en homenaje a los bolseros. Yo supe de su existencia un día que, como cada mañana, llegó a mi casilla un correo electrónico que anunciaba: Ha sido publicada una noticia conteniendo las palabras "Jacinto Arauz". Pero esa vez no hablaba de nuestro Arauz. No directamente, al menos.

La noticia en cuestion decía que ese grupo había puesto una bomba en las oficinas de LAN Chile y, cuando googleamos el porqué del nombre, nos encontramos con que era un homenaje a nuestro Jacinto Arauz. Ya no a quien donó las tierras, sino al lugar donde un grupo de obreros se alzó por su dignidad. La Agrupación Jacinto Arauz es un grupo terrorista pero, aunque (obviamente) su acción no es defendible, el homenaje que con su nombre realiza a los araucenses de entonces sí es válido: acá se derramó «sangre de machos nuestros» -tal como dice el guatrachense Guillermo Herzel en su Cantata trigo y discordia- por derechos laborales que hoy todos tenemos. Y, desde entonces, nuestro nombre figura en los libros: los incidentes anarquistas de Jacinto Arauz en 1921.

Más: un oyente contó ayer que, cuando la localidad de Saldungaray cambió su nombre por el de Sierra de la Ventana muchos habitantes se manifestaron descontentos, tristes, sentían que habían perdido algo. En las opiniones que leí en el grupo contestatario al de Gadea («Jacinto Arauz ya tiene nombre»), varios araucenses, principalmente los más jóvenes, manifestaban identificarse con la localidad. A veces esas razones eran tan sencillas como las expuestas por un ex residente: «es mi esencia, mi identidad, he crecido allí».

Otras veces, se manifestaban esperanzados de que esto logre lo que nunca pudimos. Dijo alguien por ahí: "Ojalá todo se haga más discutido y el pueblo sea uno".

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